A veces sienten que el cielo se les viene encima.
Y que todavía los persigue la idea de que la tierra es plana.
Butaca.
Desde aquí arriba nadamos sobre rieles y podemos ver el final de una calle donde; recostado hay un perro y los niños juegan sobre escombros.
La naturaleza quiere pasar desapercibida. No hace frío, ni calor. El cielo nublado se adueña de la gama de colores y todo lo convierte en escala de valores. Mientras, frente a mi hay sentados dos niños. Todo lo ven, nada se les escapa.
Amarillo sepia.
El cielo ya en atardecer, está cubiero de delgadas nubes y el amarillo sepia baña lentamente el rostro de los cansados, desesperanzados e inertes pasajeros.
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- Le gustan los perros marmolados, porque la hacen pensar en un esponjoso budín.
- Él la mira con desprecio y deseo. Busca sus piernas debajo de la mesa.
- Observar en un patio con el pasto crecido; como un pajarito se esconde y se lo puede ver sólo cuando pega saltos altos.
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